Hace ya casi dos semanas que falleció Ángel Cristo. Durante un par de días fue, sin duda, una de las noticias más relevantes tanto en los medios impresos como en radio y, sobre todo, en televisión. Toda la maquinaria periodística se puso en funcionamiento en telediarios, tertulias —de chichinabo y serias también—, reportajes y obituarios para analizar las aventuras y desventuras del mítico domador.
En este sentido, creo que la cobertura que muchos medios hicieron de su fallecimiento dejó, una vez más, bastante que desear. Lo habitual cuando un personaje de relevancia muere es que se realice un desglose detallado de los aspectos noticiables más destacados de su vida, tanto profesionales como, por qué no, personales. Es decir, su extraordinaria tenacidad en la doma de las fieras, la gestión del Circo Ruso, sus orígenes familiares ligados a este espectáculo, sus accidentes, la relación con Bárbara Rey o su adicción a las drogas. Sí, y su adicción a las drogas, tal y como él mismo reconoció tantas veces durante su vida.
Resulta curioso ver cómo esos mismos medios que despeluchan a políticos, artistas o deportistas día tras día y que, sin escrúpulo alguno, sacan a relucir hasta el detalle más íntimo de sus vidas, ahora hipócritamente eluden hacer comentario alguno a la adicción a las drogas de Ángel Cristo, un dato que resulta fundamental para poder entender y valorar su vida. Me recuerda mucho al tratamiento informativo que estos mismos medios que han dejado que el amarillismo, el morbo y la basura se extienda entre sus contenidos —y no me refiero sólo a los programas del petardeo, sino también a diarios y publicaciones online de referencia— hicieron de la muerte de Antonio Vega. Me acuerdo de leer atónito todo tipo de circunloquios lingüísticos para evitar decir de una forma explícita que el cantante de Nacha Pop tenía una profunda adicción a las drogas.
Suscribo íntegramente la
columna que Edurne Uriarte escribió por aquel entonces en ABC acerca del tema y vuelvo a releer alucinado los
comentarios ignorantes y fanáticos que algunos lectores pseudoprogres le dejaron en su blog. Toda una hipocresía.